Comuniquemos, pero seamos realmente fieles a nuestro ADN

Columna por Celine Mahou

Han sido tiempos de constantes retos, de entender cambios, de mantenernos alertas, de innovar aún más. La consigna ya no es pensar outside the box, es lograr  ser capaces de salir y entrar de esta caja con facilidad, dependiendo el contexto, del día con cuarentena, del trending topic que marque la jornada, de la nueva red social en ascenso, del discurso ciudadano, del viral que arrasó en la red, de los cada vez más populares “creadores de contenido”, del nuevo hit, de los nuevos líderes y causas.

Y es justamente en medio de ese espiral de tópicos, que la facilidad de perderse es inmensa y más común de lo que creemos. Por ello es tan relevante ser consecuentes con lo que somos, sin pasar a llevar a las mayorías o minorías, nuestra responsabilidad en el mundo de las relaciones públicas, marketing y branding, debe estar validada por un discurso honesto, por campañas consecuentes, por hablarle a quien realmente nos interesa, por dejar a un lado ese empeño tozudo de abarcar todo lo que se pueda, porque las cosas en 2020 van por otro camino y para ello hay que conocerse y entender cuál es nuestra esencia, sin eso, todo será un show de luces sin sentido, del cual creo, ya tenemos bastante por estas épocas.

Es complejo sí, pero inmensamente necesario y muy grato cuando existe esa real conexión del objetivo logrado, uno que se consiguió gracias a la asimilación de cambios y consumos, porque a la larga y de forma garantizada nos permitirá trascender, y quizás sumar nuevas audiencias a nuestra voz, que llegaron atraídas porque vieron en nuestra marca esa intención de mostrarnos tal cual somos, alejados de pretensiones pasajeras, que no suman, sólo fatigan.

Ya lo decía Santiago Rusiñol, talentoso escritor español, “La variedad de las pretensiones no tiene fin. Hasta existe quien tiene la pretensión de no tenerlas”. Entonces seamos cautos, apostemos por lo que realmente nos mantiene convencidos, que al final del día nuestro trozo de pastel valga la pena, no por sumar una nueva best practice a la presentación de resultados, si no, porque entendimos hacia dónde había que impulsar los esfuerzos y presupuestos, porque aquella tendencia no transgredió nuestros valores.

Lo anterior no es más que una visión del día a día dentro de una vorágine feroz, que espero nos permita abrir los ojos y darnos cuenta que apuntamos a la dirección correcta. Nos podemos equivocar, ¡claro!, y no será una vez, pero el mérito estará en buscar la coherencia entre lo que somos y lo que queremos decirle a un mundo cada vez con más ánimos de autenticidad.