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métrica olvidada

Escuchar es más rentable que hablar: la métrica olvidada del éxito con clientes

Vivimos en una era en donde todos tienen algo que decir. Las estrategias se multiplican, los mensajes se repiten y los entregables compiten por atención. Pero en medio de ese ruido constante, hay una habilidad que marca una diferencia poderosa: la capacidad de escuchar. No como acto pasivo, sino como herramienta para construir relaciones duraderas con los clientes.

La escucha activa, es decir, escuchar con criterio y con inteligencia, permite identificar los verdaderos pain points del cliente. Aquellos que no siempre se dicen en una reunión formal o que no figuran en el brief inicial, pero que marcan la diferencia entre una campaña táctica y una solución relevante.

No se trata únicamente de ejecutar. Los equipos de Relaciones Públicas que aprenden a entender a fondo el problema, a interiorizarlo y a responder desde ese entendimiento, son los que construyen relaciones sostenibles. Son los que, al ganar la confianza del cliente, ganan también algo más valioso: solvencia, estabilidad, crecimiento… y un diferencial difícil de replicar.

La escucha, además, agudiza el olfato. Forma equipos con la capacidad de anticiparse a los problemas, una habilidad crítica en una profesión como la nuestra, sujeta a la volatilidad de una agenda mediática impredecible —sobre todo en contextos como el peruano o el latinoamericano, donde la coyuntura se mueve a ritmo propio—.

Escuchar con atención también permite mirar más allá del servicio contratado. Nos recuerda que detrás de cada marca hay personas: con estilos distintos, necesidades específicas y metas internas. Aprender a leer ese contexto humano —qué liderazgo ejercen, qué le ayuda a posicionarse con la junta directiva, qué les da tranquilidad— es parte del trabajo silencioso que construye confianza.

Cuando un equipo desarrolla esta capacidad de escucha profunda, también se vuelve un mejor solucionador de problemas. Porque conoce en detalle la lógica del negocio, su entorno y sus urgencias reales. Y cuando llega una crisis, ya no responde desde la improvisación, sino desde la comprensión.

Pese a la multiplicación de canales y tecnologías, las buenas estrategias de Relaciones Públicas siguen teniendo un componente intangible, pero decisivo: las habilidades blandas. Escuchar, conectar, anticipar y acompañar son habilidades que determinan nuestro verdadero impacto.

Los equipos que realmente escuchan no solo hacen bien su trabajo, se vuelven aliados indispensables. Y eso, en un entorno de tanta competencia y cambio, es la métrica más rentable que podemos aspirar a construir.

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